

Recupera el brillo de tu vitrocerámica con esta limpieza
La vitrocerámica es una parte fundamental de la cocina y por ello su limpieza tiene que ser dedicada al mantenimiento de su poder de acción y su brillo. Para que esto sea así, hay algunos pasos fundamentales para realizar esta limpieza de una forma eficiente y rápida. Hoy en Senegar dedicamos unos minutos a la limpieza de la vitrocerámica.
¿Cada cuánto es aconsejable limpiar la vitrocerámica? La limpieza más profunda debe realizarse al menos una vez a la semana, mientras que la limpieza simple es recomendable después de cada momento culinario y siempre y cuando el espacio no esté caliente. Además, se trata de un espacio delicado que se puede dañar con facilidad por lo que es muy importante tratara este espacio con mimo y delicadeza para no rayarlo.
- Útiles de limpieza generales.
- Varios paños o bayetas de microfibra que utilizaremos para retirar el producto.
- Una esponja suave o estropajo por el lado más suave.
- Producto específico para la limpieza de vitrocerámica y lavavajillas manual.
- Rasqueta y/o espátula.
- Limpia cristales.
Para comenzar con la limpieza, primero deberemos limpiar externamente la suciedad acumulada. En el caso del aceite es conveniente que antes sea retirado con un papel absorbente. Después, limpia con una esponja suave y jabón para terminar esta parte del trabajo. Esta parte de la limpieza es interesante para el día a día cuando no cocinamos excesivamente. Ayuda a mantener el espacio aseado ante la limpieza profunda que desarrollaremos más adelante.
Para seguir con esta limpieza y que sea profunda procederemos a repasar aquellos espacios que hayan podido quedar marcados o manchados de forma más profunda y eliminaremos con una espátula los restos. Poco a poco, en un ángulo de 30 grados sin ejercer mucha presión para evitar rayarlo. Una vez acabado este proceso, limpiamos y comenzamos la limpieza con un producto específico para vitrocerámicas, no utilices productos abrasivos ya que estos pueden estropear la vitrocerámica. Úsalo de la forma recomendada por el fabricante y retira el producto. Por último, seca el espacio y para añadirle un toque extra de brillo, rocía limpia cristales y pule los detalles de la vitrocerámica.
Recuerda que, si no has manchado en exceso la vitrocerámica de tu cocina, puedes saltarte los pasos anteriores y proceder a una limpieza simple del espacio. Así, ahorrarás tiempo, tu cocina lucirá siempre radiante y su esperanza de vida y de brillo será superior.